jueves, 3 de abril de 2008

Inconstante y futil, el espíritu ordinario es la presa incesante de las influencias externas, de las tendencias habituales y del condicionamiento.
Los maestros lo comparan con la llama de una vela en el hueco de una puerta, vulnerable a todos los vientos de las circunstancias.
Jach Kornfield

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